Disculpas por la digresión autoreferencial: con muy poca edad, diez u once años, no entendía que los encargados de administrar el Estado se confesaran inútiles para ejercer esa función. Ministros como Alsogaray o Vasena aseguraban que el Estado no debía intervenir en la economía. Y yo, con mis once añitos me preguntaba ¿cómo puede el Estado administrar sin intervenir en la economía? Por supuesto, todavía no había oido (porque estaba proscripto) a Perón decir que "el Estado siempre interviene", la diferencia está en que lo hace en favor de intereses monopólicos o en favor del colectivo social.
Lo cierto es que desde la presidencia de Bartolomé Mitre (1862/68) en adelante, por hablar sólo del marco constitucional y salvo honrosas excepciones, hemos permanecido sumergidos en el liberalismo económico, por imposición de intereses internos y externos. Sus características principales fueron:
Por supuesto, las consecuencias no podían ser otras que:
Eso sí, los promotores del liberalismo económico exigen la intervención del Estado para garantizar ganancias y financiar las pérdidas de la actividad privada. Por ejemplo: el servicio ferroviario privatizado en los '90 tiene una ganancia garantizada que obliga al Estado a cubrir el margen establecido por los funcionarios que lo estafaron. Otro: cuando las A.F.J.P. señoreaban las jubilaciones en la Argentina, existía un mínimo universal que debía cumplimentar el Estado cuando las aseguradoras privadas no lo alcanzaban (siempre). ESTO ES EL ESTADO BOBO, el Estado del liberalismo económico en países que no han logrado el autoabastecimiento. Estados que financian a sus oligarquías, cuyos funcionarios son parte de esas OLIGARQUÍAS y renuncian a cumplir su obligación: GESTIONAR HONESTAMENTE AL ESTADO. Y por último, amigo lector, el Estado somos nosotros: usted, el funcionario, yo y nuestros hijos.
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